El miércoles, un artículo (@Egocrata en twitter) causaba sensación por su concisión, su realismo y su crudeza sobre lo que supone ser pobre en un país desarrollado. Es, básicamente, “una mierda” que provoca no tanto hambre física o necesidades que pongan en cuestión tu supervivencia, sino una fría y sistemática exclusión social. Pero la pobreza en el primer mundo tiene muchas caras.
Lo publicó ayer miércoles Emmanuel, un brillante investigador y el hijo de una mujer argentina a la que el Gobierno de España le ha denegado la renovación de su permiso de residencia . A pesar de que lleva desde 2001 viviendo en España, no consiguió la residencia legal hasta 2012, año en el que su marido obtuvo la nacionalidad española. “En ese momento mi padre estaba llevando un restaurante en verano, además de sus cosas de músico, y, por tanto, tenían más dinero”, recuerda Emmanuel.
No es el primer ejemplo que conocemos que demuestra que hay extranjeros de primera y de segunda, en función de su cartera. Pero creo que merece la pena reflexionar sobre el tema.
Fuente:20minutos.es
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